miércoles, 18 de noviembre de 2015

MENOS JEFES, MÁS SALUD

Pregúntale a cualquier persona que se sienta estresada por su empleo actual cuál cree que es la causa. La mayoría te contestarán que asumen demasiada responsabilidad, que tienen una carga de trabajo excesiva y no dan abasto, que están agotadas por tener que enfrentarse a la ardua tarea de gestionar a otras personas, que se sienten permanentemente vigiladas, que no tienen libertad de acción y tienen que tomar decisiones que se enfrentan a sus propios valores, que no soportan a algún compañero cuya presencia sienten como permanente a pesar de resultarles altamente tóxica, que mantienen una continua lucha interior pensando que les gustaría dedicar más tiempo a su familia y amigos y no tener que estar tan esclavizadas por el trabajo, que necesitan un horario menos restrictivo que les permita disfrutar de más tiempo libre y vacaciones de vez en cuando para desconectar de la opresión del día a día, etc, etc, etc.

Y todo eso es consecuencia de tener la obligación de rendir cuentas a algún superior, al jefe. Ese que parece no ser humano, que es incapaz de ponerse en tu lugar cuando vas a pedirle algo que realmente necesitas y siempre encuentra una excusa para negártelo. Ése que sólo se acuerda de ti para pedir y exigirte cada vez más pero es incapaz de apreciar tu esfuerzo, reconocer tus méritos y premiar tus logros. Ése que se cuelga las medallas que otros le sirven en bandeja, que le gusta salir siempre en la foto, que nunca se acuerda de ti para celebrar las victorias y compartir los éxitos.   


Relájate, hay salida. Respira hondo, recapacita. ¿Estás dispuest@ a cambiar?

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