domingo, 27 de agosto de 2017

¿SOY UN ANDROIDE?

Según sabelotodo no es exactamente así, pero analicémoslo más detenidamente.

¿Conoces a alguien que lleve algún tipo de prótesis estética o reparadora, temporal o permanente, entendiendo como tal cualquier elemento compuesto por algún material ajeno a lo propiamente biológico (metales, plásticos, siliconas... en forma de sólidos, líquidos, geles...)? No tienes que ir muy lejos: extensiones, pestañas postizas, empastes, brackets, lentillas, lente intraocular, gafas, audífonos, implantes cocleares, marcapasos, válvulas cardíacas artificiales, placas y tornillos quirúrgicos u ortopédicos para fracturas, prótesis de cadera, de rodilla o mamarias, telas para hernias inguinales, dius, ¿riñones biónicos?, y un largo etcétera.

Imaginemos un individuo plagado de todos estos dispositivos, tantos como puedan existir. ¿Cuántos sería capaz de soportar sin dejar de ser humano? ¿Dónde está el límite, en el cerebro?


Hasta ahora sólo hemos considerado la parte física. ¿Y si nos aproximamos al campo de la cibernética... o analizamos la parte mental?

Vivimos bajo un bombardeo masivo de los medios de comunicación de masas, desde niños nos introducen en sistemas educativos al servicio de los respectivos sistemas políticos y/o religiosos, en mayor o menor medida o intensidad, el lavado de cerebro es general. El hardware es cada vez menos nuestro, menos biológico o de base natural, ¿Y el software (información, opinión, formación, doctrina...) no es esencia exógeno?

¿Andriode, cyborg? No sé si ya lo somos, estamos a punto o se hará de esperar. Lo que sí sé es que por acción u omisión, consciente o inconscientemente, parcial o ¿totalmente? estamos inmersos en un proceso, cada vez más rápido de hibridación.

Muchos ya somos cyborgs.

¿Seguimos siendo humanos?

miércoles, 16 de agosto de 2017

QUOD QUISQUE POSSIT, NISI TENTANDO NESCIAT

La cita es de Publilius Syrius, la foto, de un busto erróneamente identificado hasta hace poco con el de Publio Cornelio Esciìón Africanus, el tormento de Aníbal. Ejemplo de grandes generales que no supieron desenvolverse en la arena política con la misma destreza con que lo hicieron en el campo de batalla. De sus aciertos y de sus errores, ¡tenemos tanto que aprender!



El verano es un buen periodo para incrementar el tiempo dedicado a la lectura. Hacía mucho tiempo que no me leía una trilogía del tirón. Además esta vez ha sido apasionante. No sólo repasa la Historia con un gran detalle, sino que profundiza en la humanidad de los personajes, en lo que pasa por sus cabezas, en la psicología de las decisiones, en la responsabilidad del mando, en la soledad de la incomprensión... Genios hay pocos y sus actos, con frecuencia, resultan muy alejados de la lógica de las mayorías. A veces, lo único a su favor es la contundencia de los resultados. El absoluto respeto y obediencia de sus subordinados acaba siendo la esencia de su trascendencia. Liderazgos llevados al límite. Muchos ponen su vida en las manos de otro que conscientemente las sacrifica por un fin superior.

Cruel lucha de egos entre grandes personajes. Recuerdos del pasado, que no dejan de formar parte de la más rabiosa actualidad.

Santiago Posteguillo