¿ Acaso crees que un corredor de vallas se enfoca en ellas durante una carrera ? No pasaría de la primera. Por el contrario, se concentra en la línea de meta, se visualiza cruzándola en primera posición, tiene su objetivo claramente definido, no debe dejar que nada le distraiga.
¡ Me gustaría…Quiero…Deseo…Voy a conseguirlo !
¿ No os ha pasado alguna vez que de repente se os ocurre algo que os
gustaría conseguir, y tal como viene a la mente se va y no volvéis a acordaros
de ello ? Otras veces, la idea permanece por más tiempo, le dais vueltas en la
cabeza y llegáis a plantearos si verdaderamente la queréis. Si es así y vuestra
idea se retroalimenta con vuestros pensamientos, si vuestro interés por ella se
acrecienta y con determinación os planteáis su consecución, surge el deseo.
Sólo queda un paso, el más difícil, la acción.
Cuando a un niño se le da todo lo que pide por primera vez, se le priva
de la experiencia de este proceso y al conseguirlo sin insistencia ni esfuerzo,
se reduce considerablemente su grado de satisfacción.
Si por el contrario se cultiva y abona ese deseo, si se le enseña a
postergar la gratificación, cuando lo alcance, su experiencia habrá sido mucho
más intensa y enriquecedora.
La única diferencia entre un niño y un adulto es que al primero le basta
con pedir e insistir, pues está sujeto a una relación de dependencia. Sin
embargo al segundo, que es libre, se le presenta lo que a veces se convierte en
un gran obstáculo, y no es más que la opción de tomar una decisión. Ojo, no
hacer nada también es tomar una decisión, pues recuerda que somos libres.
¡ Sueña despierto, confía en ti, no pierdas más tiempo y ACTÚA !