viernes, 22 de septiembre de 2017

YO TENGO RAZÓN, TÚ ESTÁS EQUIVOCADO

No es posible saber lo que pasa por la mente de una persona. Incluso cuando se intenta provocar un determinado pensamiento como consecuencia de una acción deliberada. El receptor conserva la capacidad de ignorarla, dejarse llevar, o reaccionar de una manera previamente entrenada o conscientemente alterada.

En su libro: “El hombre en busca de sentido”, Viktor Frankl, exprisionero y superviviente de los campos de concentración nazis, reflexionando sobre sus durísimas vivencias, analizando la conducta de sus compañeros de cautiverio y su propia experiencia personal, acabó concluyendo: “A un hombre se le puede despojar de todo menos de la última de las libertades humanas: elegir la propia actitud ante un conjunto dado de circunstancias”.

Quizás sea una de las frases más repetidas en este blog, y no es baladí. Nuestra memoria, por buena que sea, tiene sus carencias. Con frecuencia olvidamos conceptos que pueden ser esenciales para entender nuestro entorno, y de vez en cuando conviene recordarlos. Así podremos comprender mejor las actitudes ajenas, ejercitar un poco la compasión, y por qué no, utilizarlas sabiamente para ponernos en el lugar del otro, sentir empatía, y así acabar por mejorar nuestro ratio de consecución de objetivos.

Intentar agradar a todo el mundo es harto complicado. Lo que a uno le parece bien, al otro le molesta. Lo que a uno le resulta de vital importancia, al otro le es indiferente.

Hace algún tiempo conocí esta reflexión que ahora te comparto:




¿Todavía no estás convencid@? ¿Te olvidaste de hacer click en la foto? ¿Y ahora?


¡Sé tú mism@!