viernes, 16 de enero de 2015

NARCISO

“Cuenta una leyenda de la mitología griega que Narciso era un joven muy hermoso. Todas las doncellas se enamoraban de Narciso, más él las rechazaba. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Era y por ello ésta la había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Eco, por vergüenza, fue incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros.
Cuando él preguntó: ¿ Hay alguien aquí ?, Eco respondió: Aquí, aquí. Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: Ven. Después de responder: Ven, Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos.
Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz.
Como castigo a Narciso, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente.
En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas.

Y fue allí donde nació una de las más hermosas flores que existen en el firmamento., el Narciso, justo en el lugar donde su cuerpo había caído moribundo.”, pasaje extraído del libro: “Leer la mente… o casi”, de Beatriz Vilas.


Según Herodiano, un tal Narciso también desempeñó una tarea trascendental combatiendo la egolatría de uno de los personajes más desagradecidos e irrespetuosos de la Historia antigua.