Los últimas décadas se han caracterizado por un traslado de la producción occidental, incluso la de avanzada tecnología, a tierras orientales, especialmente a China, un coloso con una capacidad enorme, a unos costes ínfimos. La gran elevación de los márgenes comerciales ha servido de sedante para los industriales americanos y europeos que ahora ven cómo aquellas ventajas se vuelven en su contra.
Como ya sucediera tras la 2ª guerra mundial con Japón y posteriormente con Corea del Sur, un nuevo actor se presenta en escena. Esta vez se trata de un coloso con afán expansionista. Un gigante que sabe que, en los negocios, como en tantas otras cosas, la victoria final se resuelve a largo plazo, tal como se lo ha transmitido su milenaria cultura.
Fabricando para occidente ha recibido los últimos conocimientos en Ciencia y Tecnología, y ha aprendido a desarrollarlos, innovando e invirtiendo en futuro.
Y el futuro ya está aquí. En un mundo global, como el actual, las telecomunicaciones son el sistema nervioso de la economía.
Algunas corporaciones chinas se han hecho tan poderosas o más que las tradicionales americanas. El status quo post caída del muro empieza a desestabilizarse. Se ha desatado una guerra comercial por el control de todos los continentes poblados.
Nuevos modelos de negocio y estrategias comerciales, que se han ensayado en el mundo de internet, se están generalizando a los sectores más tradicionales. Las batallas por hacerse con los trozos más grandes del pastel acaban de comenzar.
Vamos a ser testigos de una apasionante guerra de las galaxias entre terrícolas.
¡Y mucho más!