viernes, 5 de enero de 2018

PARÁBOLA DE LOS TALENTOS

Me da la impresión de que mucha gente le tiene aversión a los asuntos relacionados con el dinero. Y hay quien se lo achaca a la formación o influencia del cristianismo, que ha transmitido la idea de estar del lado de los pobres. Pero esto no significa ni mucho menos que su doctrina repudie este tema, al parecer tan escabroso. De hecho, las escrituras ensalzan en repetidas ocasiones las actitudes a favor de gestionarlo adecuadamente, incluso animan a desarrollar una actividad emprendedora. Ya traté en una ocasión el caso de José, hijo de Jacob.


Hoy me centraré en una parábola puesta en boca del mismísimo Jesucristo:

Mateo 25:14-30Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Parábola de los talentos

14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.
17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.
18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.
20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.
21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Darle el dinero hoy a los banqueros tampoco parece que sea la opción más acertada. Hace ya bastantes años, por el mero hecho de poner a la disposición del banco un capital, se tenía derecho a unos intereses. Los tiempos han cambiado y ya no sólo no te dan, sino que tienes que ir con mucho tiento para que ni banqueros ni recaudadores se acaben quedando con él.


Claro que queda la opción de la sumisión esclavista a los dictados de los poderosos, una mendicidad de lujo, pero también es posible luchar por mayores cotas de libertad y la alternativa más atractiva que se me ocurre es el emprendimiento.