Se acerca un nuevo fin de año. ¿Es tiempo de reflexionar?
Muchas personas mayores, cuando son interrogados sobre aquello de lo que se arrepienten cuando se aproxima el final de sus días, coinciden en no haber sido lo suficientemente valientes para afrontar sus miedos, de no haberse atrevido a hacer cosas que les hubiera gustado.
Es triste no poder acometer proyectos que nos ilusionan cuando la edad y sus consecuencias ya se han convertido en un obstáculo infranqueable.
Dicen que si un problema no tiene solución, no tiene sentido considerarlo como tal, y si la tiene, pues deja de ser un problema. La clave está en la actitud frente al problema, en si hay o no compromiso para afrontarlo.
Mientras que hay cosas cuya solución no está en nuestras manos, también hay otras que nadie puede solucionar por nosotros. Y una de esas cosas es nuestro futuro. Si alguien tiene alguna capacidad determinante para influir en él somos nosotros mismos. Nada ni nadie tiene ni tendrá mayor poder.
Sólo depende una sencilla pregunta: ¿Quieres?
Porque la respuesta es automática: ¡Tú puedes!