En su día, esta hazaña inigualada hasta la fecha, fue la meta de la denominada carrera espacial. No exenta de serias dificultades y lamentables tragedias, se trataba de una competición entre las dos potencias de la época por demostrar su hegemonía. Hoy nuevos actores, tanto públicos como privados, se han incorporado a la conquista del espacio, y aunque cada uno persiga reclamar su protagonismo y resaltar su prestigio internacional, la investigación espacial ha sido, salvando otras diferencias, uno de los ejemplos más destacados de colaboración científico-técnica de las naciones más avanzadas del planeta. Todos somos beneficiarios hoy de los frutos de esa tremenda actividad investigadora.
Aunque no lo parezca, el mundo de hoy es mucho más colaborativo, y por supuesto, más interconectado e interdependiente. Tanto los esfuerzos como los resultados tienen una repercusión mucho más extensa y rápida que en el pasado.
Junto con el deporte, la investigación espacial es uno de los sectores de actividad que más han colaborado en los últimos tiempos para construir un mundo más próximo, equitativo e igualitario, incluso entre vecinos en otros tiempos rivales.
Quizás sea la reconquista de la Luna el estímulo que estábamos necesitando para poner un poco de orden en el inestable panorama económico-social en el que nos estamos desenvolviendo últimamente. Seguro que todos nos beneficiaremos de la cosecha de los avances en todas las ramas del saber que un reto de esta envergadura pondrá a nuestra disposición.
¿Siguiente etapa, Marte?