martes, 6 de marzo de 2012

3 PILARES

¡Cuando yo era pequeño (I)!

… Recuerdo haber escuchado y visto en blanco y negro, en la que probablemente fuera la única emisora que existía en aquel entonces, una canción muy pegadiza de la época que decía así:

“Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor…“

Es curioso pero aunque hace décadas que no he vuelto a escucharla, todavía recuerdo la melodía. Un momento, voy a buscarla en Internet… Aquí está:




¡Vaya resulta que es de los STOP y la chica que la canta se llama Cristina, pues no tenía ni idea! Como veis, la puesta en escena es una pasada, igualito que ahora.

Bueno, el caso es que sin saber muy bien por qué, de vez en cuando me vuelve a la cabeza y me sorprendo a mí mismo tarareándola y diciéndome: ¡Qué razón tenían! La perspectiva de la edad te permite poner en valor el significado de algunas manifestaciones o expresiones, que en su día te limitaste a escuchar y en todo caso a repetir, sin llegar a tener conciencia de su validez. El mundo ha cambiado muchísimo en estos últimos 40 años, aunque supongo que eso lo hayan pensado todas y cada una de las generaciones que nos han precedido, pero no deja de llamar la atención que determinadas ideas, valores, preceptos, o como queramos catalogarlos permanezcan inmutables sin perder un ápice de su validez con el transcurso del tiempo, al contrario no hacen sino revalidar lo que debe de ser algo consustancial a la naturaleza humana, y por tanto permanentemente asociado a ella.

Una de las cuestiones que habitualmente me planteo es la de si el orden en que se mencionan estos tres elementos, me parece correcto o no, e incluso si es imprescindible establecer esa relación de orden entre ellos. Hoy que me encuentro algo más reflexivo de lo que es habitual, voy a tratar de extraer algunas conclusiones. Ninguno de ellos por sí solo te conduce a un estado de satisfacción, vamos, que te falta algo. Es más, me pregunto si se puede conseguir alguno de ellos por separado sin la necesaria participación de los otros dos. Quizás puntualmente puede que sí, pero la vida es una sucesión de sucesos que suceden sucesivamente y esto nos fuerza a una situación de compromiso al modo de una trenza de tres hilos o a una asociación similar a las cuatro bases nitrogenadas que acaban constituyendo el ADN de todo ser vivo. ¿Tiene sentido uno sin los otros? ¿Puede determinarse el poder aislado de cada uno de ellos independientemente de los demás o están condenados a relacionarse en un cierto orden más o menos variable o aleatorio que produzca unas determinadas consecuencias?

Pues algo así debe de ser el caso que nos ocupa, de modo que podemos concluir que la vida es, ni más ni menos, que una mezcla de salud, dinero y amor, o al menos su búsqueda para alcanzar el anhelado bienestar, y en función de en qué dosis y orden se vayan asociando en cada momento esos tres elementos, pues así nos irá, y como la vida sigue, pues ya vendrán tiempos mejores y si son muy buenos:
¡PRECAUCIÓN!, que todo se puede torcer y cuando empieza a hacerlo parece que no acaba, y si no que se lo digan a Murphy.

Pero todo pasa y de lo que se trata en definitiva es de sobrevivir y de intentar diseñar unos ciclos que nos permitan pasar el mayor tiempo posible sobre crestas prolongadas y reducir al mínimo la permanencia en los indeseables valles.

¡La pelota está en nuestro campo! ¡Manos a la obra! ¡A surfear!