Ningún ser humano decide sobre su nacimiento. Alguien toma esa decisión por él.
¿Acaso a ti te sondearon democráticamente para saber si deseabas nacer?
Así es como comienza la aventura de la vida.
Otra cosa muy diferente es qué decides tú hacer con ella. Indudablemente, influyen multitud de factores externos. ¿Pero quién toma la última decisión?
Tú, nadie más que tú.
Evidentemente, cualquier decisión tiene unas consecuencias. Asumirlas es un ejercicio de responsabilidad asociado a la libertad de elección, que implica renuncias y sacrificios.
¿Qué estás haciendo en este preciso instante? ¿Alguien te ha obligado a hacerlo?
Hay quien se deja llevar por las opiniones de los demás, que muchas veces no son más que una externalización de sus propias limitaciones...
... y hay quienes hacen oídos sordos a las opiniones ajenas y creen ciegamente en sí mismos.