La motivación es lo que nos mueve a la acción. Se trata de algo muy personal. Cada uno de nosotros tenemos un gatillo, un resorte o disparador, que es el que nos activa y nos pone en marcha sin contemplaciones.
Con 25 años cumplidos me hice monitor nacional de atletismo, y cuando tenía 19, recuerdo que un profesor me había dicho que la cultura es lo que queda cuando se ha olvidado todo lo que se ha aprendido. Pues algo que me quedó indeleblemente grabado en la memoria de aquel curso deportivo es la siguiente máxima: "El velocista, nace; el fondista, se hace". Y yo siempre tuve muy claro que era fondista.
Desprovisto de cualidades o privilegios que me permitieran destacar en algo a corto plazo, tenia muy claro que mis logros vendrían a largo, siempre que la vida me diera la oportunidad de demostrarlo.
Este tipo de resultados no se pueden conseguir sin esfuerzo, trabajo duro y disciplina. Y para ello se desvelaban como imprescindibles las que en este artículo denomino virtudes motivacionales.
Como sucede en un arma de fuego tras un disparo, cuando se enciende la pólvora, ya no hay marcha atrás.
Espero que en algún momento de tu vida, tú también encuentres el gatillo, que movilice el martillo, que active tu percutor.