¡La era industrial ha muerto!
Una de las características más significativas de la era, que YA SE ACABÓ, fue el abandono del campo y el desplazamiento a la ciudad, buscando una mayor seguridad. Durante décadas, en mayor o menor medida, el sistema ha podido proporcionar la estabilidad y nivel de vida que la mayoría daban por bueno. Esto facilitó la renuncia a la planificación a largo plazo, a la postergación de la gratificación, al disfrute comedido de los placeres, a saber lidiar con la incertidumbre... y a confiar en que el sistema proporcionaría cobertura en caso de necesidad. Todo parecía bueno; hasta ahora. Hemos renunciado a muchos valores tradicionales para abrazar otros, que nos están saliendo rana. Entre ellos, la "cultura" emprendedora en su más amplia acepción.
Hasta el más humilde agricultor sabía que había que guardar semillas para la próxima siembra, y que la Naturaleza es hostil, a veces deniega la cosecha, y hay que prever ésa y otras contingencias. Hay que diversificar y no poner todos los huevos en la misma cesta, hay que colaborar y compartir, hay que abrirse a nuevas ideas, hay que cuidar las relaciones familiares y vecinales... y que el riesgo es algo natural. La alternativa es la mendicidad.
La imparable electro-mecánico-maquini-computeri-robotización está dando al traste con el idílico edén.
El sistema es incapaz de proporcionar el clásico empleo y "bienestar" de la era industrial. Hay que reinventarse, cambiar de paradigmas, recuperar valores tradicionales, iniciar un Nuevo Renacimiento. El anterior fue una de las épocas más prolíficas de la Historia de la Humanidad.
Cada uno a su manera, pero NO, NO ES UNA OPCIÓN, ES UNA NECESIDAD.
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