El hombre es el ser vivo más aventajado de la Naturaleza, al menos de la conocida hasta ahora.
Tradicionalmente, atendiendo a su esencia, se ha divulgado su dualidad cuerpo-alma. Pero vamos a analizar más detenidamente qué es lo que ha hecho de este ser algo tan especial.
Para solucionar muy diferentes problemas, a los que se ha ido enfrentando a lo largo de su existencia, ha sido capaz de construir dispositivos de diversos tipos, más o menos evolucionados: herramientas, artilugios, mecanismos, máquinas, autómatas programables, equipos informáticos, robots, etc.
Analizando esta progresión, observamos que se ha ido precisando, para su funcionamiento, de 3 elementos esenciales:
1 Uno material, es decir constituido por materia, lo que en el ámbito informático conocemos por hardware, pero que es exportable a todos los demás.
2 El segundo, la energía, cada vez más la eléctrica, que es la que faculta de vida al hardware.
3 Y por último las instrucciones o el software, que en sus niveles más avanzados actúa en automático, y que cada vez se va haciendo más sofisticado y con mayores prestaciones y cuotas de autonomía.
El primero y el segundo son una transformación de otros mimbres disponibles en la Naturaleza, el tercero es un fruto exclusivo de su intelecto.
No ha hecho más que replicar en sus obras lo que no deja de ser su propia esencia:
1 El cuerpo, sustrato material de su propio ser, que ademas es la consecuencia de los dos elementos siguientes.
2 La vida, o fuente de energía que dota al cuerpo de su propia capacidad de desarrollo y movimiento, sin los que carecería de utilidad, y que es generada por él mismo o por los de sus progenitores.
Y ninguno de estos dos elementos alcanzaría su propia existencia sin el tercero.
3 La programación, el código: en gran parte todavía por desentrañar, no sólo puede conseguir que se active la vida y que se desarrolle el cuerpo, sino que es el que proporciona cierto nivel de talento, origen de su creatividad, y que como todo en este Universo es en parte derivado del azar. ¿O no?
Elucubrar por elucubrar.
De poco le sirven las suyas a Stephen Hawking. ¿Qué es eso del espíritu? ¿Acaso es lo que ahora llaman la fuerza? ¿Y la ciencia? Pero si ahora hasta al derecho y a la política los catalogan de ciencias. ¿Inteligencia? ¡Qué lío! El poder de la retórica.
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domingo, 20 de diciembre de 2015
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