"Por eso creo haber descubierto el verdadero secreto de la felicidad, que no es otro que no querer lo imposible; vivir el presente, olvidar el pasado y no preocuparse gran cosa por el porvenir, o sea, vivir el momento tan intensamente como nos sea posible. Yo quiero, pues, vivir intensamente, paladear la felicidad que nos pueda traer un solo segundo. Fíjese en que la mayoría de los nacidos no vive, sino que se arrastra nada más. Se esfuerzan por lograr una meta allá en la lejanía y si la consiguen llegan tan cansados, tan derrengados moral y físicamente, que no sienten ánimos para apreciar la belleza que les ofrece el camino recorrido. Y entonces sólo piensan en que ya alcanzaron la vejez y para ellos no tiene, pues, interés ninguno, lo que tanto y tanto han tardado en conquistar", le escribe Judith, pseudónimo de Josusa Abbott, en el libro "Papaito piernas largas" de Jean Webster, a su benefactor anónimo, que la ha sacado de un auspicio para costearle estudios universitarios en un ambiente elitista próximo a Nueva York, a cambio de que le mantenga informado por carta de los progresos en su formación como escritora, pero manteniendo oculta su identidad tras el nombre de Sr. Smith.
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