Hace ya más de un siglo que se celebró por primera vez el día internacional de la mujer trabajadora. La incorporación de la mujer al mundo laboral era relativamente reciente, con sus luces y sus sombras. Desde entonces el panorama económico ha cambiado bastante. La demanda de mano de obra es cada vez más escasa, más cualificada y peor remunerada. La mecanización primero, la informatización después, y el boom de la robótica a la vuelta de la esquina están transformado radicalmente la forma de trabajar. Nos estamos adentrando en la era del emprendimiento, en la que que tener un negocio propio, como fuente complementaria de ingresos para poder disfrutar de una vida laboral y jubilación dignas, no va a ser una opción, sino una obligación.
Y esto afecta también a las chicas. Tradicionalmente se critica el hecho de que la remuneración de una mujer que ocupa el mismo puesto de trabajo que un hombre suele ser inferior. Es uno de los inconvenientes que tiene el que sea otra persona la que decida sobre la valoración del desempeño de una determinada actividad. Cuando alguien es su propio jefe, esta discriminación desaparece. Si uno vale o no vale, lo dice su propia cuenta de resultados. Para emprender no hace falta superar ninguna prueba de selección. Se compite en igualdad de condiciones. ¿ Te atreves ?
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