Con frecuencia desconocemos los privilegios que se nos han otorgado.
Todos y cada uno de nosotros tenemos cosas que otros no tienen.
Y en lugar de identificarlas, agradecerlas y compartirlas, nos enfocamos en las carencias, en lo que vemos en los demás, que echamos de menos en nosotros, incluso cayendo en la envidia, en lugar de profesar una sana admiración.
A veces también nos demandan algo que no tenemos o no queremos dar y nos sentimos impotentes para transmitir nuestra incomodidad.
¿Imaginas cómo aumentaría el bienestar general si todos diéramos lo que queramos de lo que nos sobra y podemos compartir sin ninguna merma esencial?
Es muy simple.
No hay que invertir esperando un resultado incierto, no hay que esperar un momento adecuado, no hay que esforzarse por ser algo que no es natural en nosotros, no hay que esperar nada a cambio, no hay que tener miedo al fracaso, no hay que dudar del resultado... solo hay que disfrutarlo.
Reconocer... agradecer... compartir.
Simple.
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