El 8 de septiembre de 1.888, un día como hoy, hace 125 años, un genio nacido en Cartagena el 1 de junio de 1851, demostró la grandeza de su idea. ¿Y qué hicieron los mediocres que tuvieron la inmerecida fortuna de compartir los días de su existencia? Por decirlo con mucha sutileza y sin ánimo de ofender: ignorarle.
Con sólo 14 años ingresó en la Armada y a los 44 falleció. Una prolífica vida profesional de 30 años de servicio, descubrimientos e inventos, que pocos pueden igualar.
Nos consolaremos con la tradicional sentencia de que "Nadie es profeta en su tierra". Tendremos que recurrir a otras mentes más abiertas para recibir el merecido reconocimiento.
“La envidia es el tributo que la mediocridad le rinde a la
excelencia“, Stephan Kaiser.
Lamentablemente, seguimos siendo víctimas de la misma manipulación intelectual: “Fuimos creados para la grandeza pero hemos sido programados
para la mediocridad“.
La historia se repite una y otra vez. ¿Cuál es la causa: estrechez de miras, envidia, egoísmo, soberbia, orgullo, temor...? Por resumirlo todo con una sola palabra, creo que es mediocridad, y el mediocre, si además tiene poder, hará todo lo posible por neutralizar al que considera como potencial agresor, quien en realidad suele ser todo lo contrario: visionario, humilde, solidario, honesto, generoso, valiente, apasionado... Es una batalla desigual, agresor contra sorprendido. Es como luchar contra la corriente, muy difícil. De manera que si crees ser diferente a la mayoría, si crees que tienes algo que aportar, y estás dispuesto a luchar por ello, antes de que sea demasiado tarde, aléjate de los mediocres, busca a tus iguales y no te conformes con seguir flotando, intenta volar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario