Sin embargo mucha gente le tiene auténtico pánico a esa diferenciación, a que se les tache de no ser como los demás, a desentonar en exceso y a ser excluido de la manada.
Este terror parece que procede del establecimiento de una asociación entre lo diferente y lo malo como si tuvieran algún tipo de relación.
Alejandro, Cleopatra, Augusto, Curie, Jesucristo, Hitler, Gandhi, Einstein, Teresa, Mandela, Colón, Lenin, Weissmüller, Mesalina... todos ellos eran diferentes, cada uno con sus particularidades. Sea buena o mala la percepción que nos invoque sus nombres, lo que es evidente es que de alguna forma fueron diferentes y por tanto captaron la atención.
¿Me escondo o me manifiesto tal como soy aún a riesgo de desentonar? Se pregunta el desigual.
¿Acaso tienes alternativa? La atención la vas a llamar, quieras o no, por tu singularidad. Si la quieres merecer por tu mediocridad o por tu excelencia es tu decisión personal.
Todo depende de si lo que buscas es una vida vulgar o una vida memorable.
¿Me escondo o me manifiesto tal como soy aún a riesgo de desentonar? Se pregunta el desigual.
¿Acaso tienes alternativa? La atención la vas a llamar, quieras o no, por tu singularidad. Si la quieres merecer por tu mediocridad o por tu excelencia es tu decisión personal.
Todo depende de si lo que buscas es una vida vulgar o una vida memorable.
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